Mª LUISA


   Mª Luisa Otero Domínguez, Luisiña para unos, Lui para otros. Mi historia comienza con los preparativos de una vendimia en O Ribeiro y 38 años más tarde se abraza a Mestura


   No sé en  que momento decido que todo lo que tiene que ver con la  mesa será mi forma de vida, pero si sé que desde que tengo uso de razón tengo recuerdos en torno a ella, por ella o para ella...  cada fiesta o celebración tiene su plato típico, así como cada tarea del campo  tiene su picnic magistral..( nunca olvidaré el bacalao rebozado de mi abuela... insuperable !!!)
   
   Durante toda mi vida he ido guardando olores, sabores, colores, texturas e incluso fechas, unidos a algún plato o un producto en concreto... el olor de la bodega en vendimia, el sabor de la leche recién ordeñada, el verde de los guisantes que después de cenar desgranábamos sobre la mesa de la cocina, el cartílago de la oreja de cerdo del cocido de Martes de Carnaval....
  
    Recuerdo que desde muy pequeña, yo era la encargada de quedarme atendiendo el puchero en los días de labranza cuando todos se iban a las fincas y  el temor que sentía si ante un descuido estropeaba el manjar que mi madre había comenzado. Ella generalmente se levantaba muy temprano para “poner la olla al fuego”, luego se iba con todos los demás y me dejaba una serie de indicaciones que pobre de mi si no las seguía al pie de la letra... 
   
   Por suerte casi siempre quedaba bien... y no podía ser menos...me había enseñado María Domínguez.
   
   María, no solo es mi madre... es mi punto de referencia, mi máximo ejemplo, ella sin darse cuenta y desde que nací ha sabido transmitirme la importancia de la limpieza en la cocina; la importancia de un producto de primera, fresco, bien cuidado, bien conservado, extremadamente limpio. Nunca es demasiado el esfuerzo que se dedica a la terminación de un plato, a los sabores puros, a los puntos de cocción, a las preelaboraciones . Son cosas que nadie ha tenido que enseñarme, forman parte de mi manera de ver la cocina porque toda la vida he visto como lo hacía ella. Es sencillamente: herencia genética.
   
   Innumerables  son los platos que cocina que rozan la perfección: empanadas varias, pero la de anguilas es un espectáculo; guisantes de su propia huerta guisados con jamón; los pollos que ella misma cría asados con un poco de limón; jureles en escabeche; sardinas asadas con “bica”; su cocido “light”; riñones estofados; tortilla de patata; “costilletas altas”  a la brasa...... y así podría seguir hasta llenar cien páginas...
  
    Con 23 años me subí por primera vez a un avión. En él llegue a Lanzarote y fue aquí donde me encontraría con dos personas que harían de mi una profesional de la cocina.
   
    Pedro Robayna y Fernando Marino, a ellos tengo que agradecerles lo que soy hoy en el mundo de la cocina. Ellos no escatimaron en ningún momento: esfuerzos, broncas, alagos, correcciones, lágrimas, risas y cervezas, para que yo me superase y aprendiese. A ellos les debo la inmensa mayoría de mis conocimientos técnicos, mi respeto por la profesión, por los tiempos en cocina y por el uniforme. De ellos aprendí que ponerse una chaquetilla de cocinero, es algo más que ponerse una prenda, es defender una profesión con prestigio, importante y absolutamente reconfortante. Que el instinto de superación nunca debe abandonarnos y que la satisfacción del cliente  es nuestro mejor premio.
   
    Con estos tres pilares y mi trabajo diario, ya tenemos cuatro patas para una mesa que se llama Mestura. A partir de aquí... os iré contando.
A mamá, Pedro y Fernando.
Mª Luisa

2 comentarios:

  1. Bueno, este año, excuso ir a verte... me moría de ganas de conocer tu historia.....¡ya la se!, asi que tengo que buscar otra escusa. Lo tengo facil verdad?

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  2. Manu, tú en concreto... sabes más de mi historia que muchos de los que dicen que me conocen. Y...excusas no necesitas, solo hay que querer y buscar cuando se puede... Besos ¡¡Guapa!!

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